El más reciente informe del Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición, publicado en 2022, asegura que el mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición para 2030, un objetivo establecido por la Organización de las Naciones Unidas desde el año 2015.
El antes mencionado informe de la ONU indica que el número de personas afectadas por el hambre en el mundo superó los 828 millones en 2021, lo que equivale al 9,8 % de la población mundial, aumentando cerca de 46 millones desde 2020 y más de 150 millones desde el comienzo de la pandemia de COVID-19.
Entonces, la proyección es que para 2030 continúe el 8 % de la población mundial con hambre, incluso calculando una recuperación económica global. El número no está lejos al de las personas hambrientas en 2015, cuando se fijó la meta de poner fin al hambre para esta década en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
No es un secreto que el desperdicio de comida es uno de los retos más desafiantes, pues allí se unen otras dos problemáticas que crecen a un ritmo cada vez más acelerado: la desnutrición y la lucha por el cuidado del medioambiente.
Si hablamos en estos términos, según un artículo publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) se pierde cerca del 40 % de la comida que se produce en total, lo que además representa el 10 % de las emisiones de gases efecto invernadero globales, sin mencionar los recursos que demanda la industria.
Hablemos de alimentación sostenible
Teniendo en cuenta lo que venimos hablando y el impacto medioambiental de los actuales sistemas alimentarios, es urgente promover dietas que sean saludables y más amigables con el planeta, con características aceptadas socioculturalmente y accesibles para la economía de todos.
Los objetivos de las dietas saludables sostenibles son, en esencia:
- Lograr un crecimiento y desarrollo óptimos de todas las personas.
- Apoyar el funcionamiento y el bienestar físico, mental y social en todas las etapas de la vida para las generaciones presentes y futuras.
- Contribuir a prevenir todas las formas de malnutrición: la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad
- Reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta.
- Apoyar la preservación de la biodiversidad y la salud ambiental.
Las dietas saludables sostenibles deben combinar todas estas dimensiones de la sostenibilidad para evitar consecuencias no deseadas. ¿Cómo lograrlo?
¿Cómo implementar la alimentación sostenible?
A pesar de la complejidad que parece poner en práctica una dieta sostenible, la clave para lograrlo en casa consiste en dar pequeños pasos. Aunque se implementen medidas modestas, nuestro granito de arena podrá tener grandes repercusiones. Aquí algunos consejos:
- Reducir el consumo: a pesar de que el hambre aumenta en el mundo, es cierto que el exceso de consumo es un problema importante en países desarrollados, que también crece a pasos agigantados en regiones en vía de desarrollo, lo que genera una demanda innecesaria de alimentos y gran impacto ambiental.
- Reciclar los desperdicios: a lo largo de la cadena de producción se desperdician alimentos y los hogares son un foco importante a tener en cuenta para evitar el derroche de materias primas, mano de obra, energía y la producción de CO2.
- Basar la alimentación en plantas: más alimentos de origen vegetal harán mucho más sostenible nuestro paso por la tierra, pues emplea menos recursos y reduce las emisiones de CO2. Elegir productos de origen animal más sostenibles o reducir su consumo también tiene repercusiones positivas en la salud y previene enfermedades no transmisibles.
¿Cuáles son los principios de la alimentación sostenible?
Socio culturales
- Basarse en prácticas culinarias, conocimientos y pautas de consumo, así como en las formas de producción de cada región.
- Acceso e interés en los alimentos, hacerlos deseables al consumidor contribuirá en este proceso.
- Tener en cuenta y evitar los impactos adversos relacionados con el género, especialmente en lo que respecta a la asignación de tiempo en procesos como compra y preparación de alimentos, entre otros.
Sanitario
- Iniciar la lactancia materna a una edad temprana, de forma exclusiva hasta los 6 meses de edad y combinada con una alimentación complementaria, hasta los 2 años o más.
- Basada en alimentos no procesados o mínimamente procesados, equilibrados en todos los grupos de alimentos y con restricción de productos altamente procesados.
- Incluye cereales integrales, legumbres, frutos secos y frutas y verduras en abundancia.
- Permite cantidades moderadas de productos de origen animal como: huevos, lácteos, aves de corral y pescado; y pequeñas cantidades de carne roja.
- Agua potable, segura y limpia como elemento indispensable.
- Consumo necesario, sin superar lo demandado por el cuerpo, de energía y nutrientes, en busca de una vida activa y saludable.
- Coherencia con las directrices de la OMS para reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación, en garantía de la salud y el bienestar de la población en general.
- Niveles mínimos, o ninguno si es posible, de patógenos, toxinas y otros agentes que pueden causar enfermedades transmitidas por la comida.
Ambiental
- Disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso del agua y la tierra, así como la contaminación química.
- Preservar la biodiversidad: cultivos, ganado, recursos derivados de los bosques acuáticos, evitando también la sobrepesca y la caza excesiva.
- Minimizar el uso de antibióticos y hormonas en la producción de alimentos.
- Evitar plásticos y materiales contaminantes en el envasado de alimentos.
- Reducir el desperdicio de alimentos.
¿Cómo se ve la malnutrición en el mundo?
Este panorama es aún menos alentador que lo mencionado anteriormente, las cifras de desnutrición aumentan, al tiempo que más personas padecen sobrepeso y obesidad en el mundo.
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022, un informe realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), destaca ampliamente el avance de la pobreza extrema y la creciente desnutrición crónica.
Allí se expone que, cerca de 820 millones de personas se acuestan con hambre cada noche, pues para ellos el acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes es casi nulo. Alrededor de 40 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso, mientras que se atribuyen 4 millones de muertes en el mundo a las enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta.
La desnutrición tiene un alto coste económico para todas las regiones del mundo y ni hablar de cómo afecta la salud de quienes sufren estos padecimientos. La mala alimentación es uno de los factores que contribuyen al aumento de la malnutrición en todas sus formas. Además, el seleccionar, preparar y consumir los alimentos de manera inadecuada puede desencadenar serios problemas y desgaste de los recursos naturales.
Por eso, lograr una dieta sostenible requiere de algunos sacrificios, pero traerá grandes beneficios a corto plazo y garantizará recursos para las generaciones futuras. Recuerda siempre que debes consultar con tu médico y buscar alternativas que te motiven a disfrutar lo delicioso de la comida.
Fuentes:
https://mrv.dnp.gov.co/Documentos%20de%20Interes/Perdida_y_Desperdicio_de_Alimentos_en_colombia.pdf